Nombre de la clase: Pelayo
Tipo de buque: Acorazado multicalibre
Construido en La Seyne-Toulon
Botado: 1888
Baja: 1925 (retirado)
Características:
Desplazamiento: 9.900 ton
Dimensiones: 105'6 x 20'2 x 7'5 metros
Propulsión: 16 calderas Niclause, 2 máquinas verticales Compound, 2 hélices, 8.000 cv a tiro forzado, 16 nudos
Tripulación: 630
Coraza: faja de 450 mm sobre la flotación (de 1'5 m bajo la flotación a 2'1 por encima)
Armamento: 2 cñ de 320 mm, 2 cñ de 280 mm, 1 cñ de 160 mm, 12 cñ de 120 mm (todos sistema González Hontoria); 3 cñ Hotchkiss de 57 mm, 13 cñ Hotchkiss de 37 mm, 4 ametralladoras, 6 tubos lanzatorpedos
El Pelayo es, sin duda, uno de los grandes buques de la historia de la Armada Española. A lo largo de sus 37 años de servicio, pasó por casi todas las vicisitudes de la España de la Restauración, tanto para lo bueno como para lo malo. Participó activamente en las operaciones navales en Marruecos, disparando en bastantes ocasiones sus piezas (incluso las de gran calibre) contra las costas controladas por los rebeldes rifeños. Sin embargo, fue en 1898 cuando pudo tener su momento de gloria o triunfo que, finalmente, no llegó. Su envio a Filipinas, integrado en la Escuadra de Reserva del Almirante Cámara, que debía haber vengado la derrota de Cavite, se vió abortado por los retrasos en el Canal de Suez (instigados por la diplomacia estadounidense y británica) y por la derrota de la Escuadra de Operaciones de Cervera en Santiago de Cuba... lugar en el que, por suerte o por desgracia, no se encontraba el Pelayo para enfrentar su cita con la historia.
El Pelayo fue encargado por la Armada al astillero francés de La Seyne (Tolón), en 1884, siendo Ministro de Marina el Almirante Antequera. En aquella época, resultaba imposible emprender en los astilleros nacionales una obra de tal envergadura y, desgraciadamente, la situación no cambió con el paso de los años. De esta manera, al encargarse los sucesivos buques de la Armada a astilleros nacionales, el Pelayo siguió siendo, a pesar del paso de los años, el más poderoso de nuestra escuadra. Como tal, participó en cuantas comisiones fueron aconteciendo a lo largo de los años, como un auténtico embajador flotante de España: visitó el Pireo en 1891, donde fue visitado por los Reyes de Grecia; en 1892 participó en Génova en la celebración del cuarto centenario del descubrimiento de América; en 1901 recaló en Tolón, donde fue visitado por el Presidente de la República Francesa, Monsieur Loubet; en 1903, en Lisboa, recibió a Eduardo VII de Inglaterra; en 1904, en Vigo, fue testigo de la entrevista entre Alfonso XIII y el Kaiser Guillermo... como puede verse, pocos buques de la Armada tuvieron una "vida social" tan intensa.
Pero es, sin duda, en 1898 cuando el Pelayo tubo su cita con la historia y, desgraciadamente, llegó tarde a ella. El comienzo de las hostilidades con los EE.UU. le encontró terminando una pequeña modificación en Tolón, que incluía la reforma de sus calderas y el cambio de la artillería secundaria por 9 cañones del sistema Canet, más eficaces que los tristemente célebres González-Hontoria. Por esta razón, no se incorporó, como habría sido lógico, a la Escuadra de Cervera. Quién sabe qué hubiera ocurrido si el Pelayo se hubiese encontrado en Santiago aquel 3 de Julio de 1898... lo más probable es que la derrota habría sido inevitable pero, probablemente, la presencia del Pelayo habría podido cambiar algunas cosas. Quizá los norteamericanos se hubiesen centrado en él, de manera que los cruceros habrían podido huir hacia La Habana, y quien sabe si, ante su casi segura pérdida, no le hubiese podido acompañar al fondo alguno de los buques de las barras y estrellas... eso es casi seguro. En todo caso, eso no es más que especulación y la realidad es que la única participación del Pelayo en aquella guerra se redujo a su abortada excursión por el Mediterráneo, en dirección a Filipinas.
Pero es, sin duda, en 1898 cuando el Pelayo tubo su cita con la historia y, desgraciadamente, llegó tarde a ella. El comienzo de las hostilidades con los EE.UU. le encontró terminando una pequeña modificación en Tolón, que incluía la reforma de sus calderas y el cambio de la artillería secundaria por 9 cañones del sistema Canet, más eficaces que los tristemente célebres González-Hontoria. Por esta razón, no se incorporó, como habría sido lógico, a la Escuadra de Cervera. Quién sabe qué hubiera ocurrido si el Pelayo se hubiese encontrado en Santiago aquel 3 de Julio de 1898... lo más probable es que la derrota habría sido inevitable pero, probablemente, la presencia del Pelayo habría podido cambiar algunas cosas. Quizá los norteamericanos se hubiesen centrado en él, de manera que los cruceros habrían podido huir hacia La Habana, y quien sabe si, ante su casi segura pérdida, no le hubiese podido acompañar al fondo alguno de los buques de las barras y estrellas... eso es casi seguro. En todo caso, eso no es más que especulación y la realidad es que la única participación del Pelayo en aquella guerra se redujo a su abortada excursión por el Mediterráneo, en dirección a Filipinas.
Pasado ya el momento de enfrentarse a la historia, el resto de la vida del Pelayo transcurrió combinando sus funciones representativas con otras, quizá más propias de un cañonero, participando como ya se ha dicho en las operaciones en Marruecos. Finalmente, el inexorable paso de los años y la entrada en servicio de los acorazados clase España(1) arrumbó al Pelayo al largo de un muelle, como escuela de marinería, y finalmente le llegó en 1925 la hora del desguace.
Preciosas formas abombadas del casco a caballo entre los navios de linea del siglo XVIII y las lineas modernas de finales del XIX y principios del XX.
Fuentes: http://www.revistanaval.com/
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