18 feb 2007

¿Podrían haber ganado los alemanes la batalla de Normandía?

Es esta una pregunta que muchos historiadores y militares han planteado. ¿Qué podría haber hecho la Werhmatch en aquel momento para devolver a los aliados al canal?. Una de las líneas que se vienen planteando apunta al servicio de inteligencia: una potenciación del mismo hubiera permitido adivinar el verdadero fondo de la operación Fortitude (orientada a engañar a los alemanes haciéndoles pensar que el desembarco en Europa se produciría en Calais, para lo cual incluso se "sacrificó" al general Patton poniéndole al mando de un ejército ficticio sito en Inglaterra a la espera de ser embarcado). Por otro lado, la racionalización de su estructura de mando (muy lastrada por la necesidad de comunicación constante con Hitler por parte de los principales generales y mariscales antes de emprender acciones de cierta envergadura), acompañada de una mejora de la logística de suministros, (la actividad del maquis en Francia llegó a suponer un auténtico calvario para la logística germana) y del adiestramiento (las tropas del Atlantik Wall estaban compuestas fundamentalmente por divisiones estáticas, con una elevada cantidad de tropas vetustas o muy jóvenes, y en recomposición después de su paso por el frente Oriental) podrían haber inclinado la balanza del lado alemán.


Como se ha señalado, la soldadesca que guarnecía el embrionario Atlantik Wall se componía fundamentalmente de Osttruppen o divisiones de veteranos del frente del este, normalmente ancianos mutilados o jóvenes poco fogueados en la batalla. Estas divisiones "de primera línea" podrían haber sido manifiestamente mejoradas incluyendo en sus líneas vehículos acorazados de acompañamiento, muy en la línea de la fracasada táctica francesa de la derrota del 1940. No obstante, otro contexto estratégico y táctico como es el que plantea la batalla de invasión marítima podría haber hecho de estas mejoras un factor de resistencia en estas divisiones de escaparate, a la espera de refuerzos de mayor potencial; como los ejércitos panzer que aguardaban una centenas de kilómetros al interior.


Otro punto determinante se decidió en el aire. Es un secreto a voces que los aliados nunca hubieran invadido Europa sin tener una superioridad aérea clara, dada la inferioridad comparativa con el ejército de tierra alemán tanto en armamentos como en experiencia (buena parte del ejército aleman era una maquina muy engrasada y acostumbrada a la lucha de gigantes en el frente oriental). Se ha sugerido en varias obras que los alemanes podrían haber alcanzado al menos la igualdad en el aire tras el Día-D produciendo y empleando como cazas un número significativo de los nuevos reactores Me 262, ya por entonces en servicio. Una vez más, la incompetencia de las altas esferas del Reich tuvo un papel determinante. Fué decisión de Hitler, allá por 1942 que el nuevo y revolucionario reactor se emplease como caza-bombardero, deshabilitando así todas sus buenas capacidades técnicas para la caza. De esta manera, no será hasta 1944 cuando se empezará a producir este avión como caza, perdiendo así una oportunidad de oro para ponerse en delantera, con respecto a rusos y aliados, en cuanto a la superioridad aérea. No obstante, pese a la enorme capacidad del Me 262, entre los aliados no faltaban los proyectos a reacción, y en apenas un año los británicos -con el Meteor- y los estadounidenses -con el P-80 Shooting Star- tendrían preparados sus primeros reactores de caza. La maquinaria industrial de los aliados habría hecho el resto, retrasandose tal vez la apertura del segundo frente, pero en con una importancia secundaria, dado que es seguro que la URSS hubiera doblegado al alemán de igual forma, tal vez con uno o dos años de retraso respecto a 1945.
B-26 Marauder bombardeando posiciones alemanas en el interior de Normandía
A pesar de todo, la enorme cantidad de aparatos en vuelo que desplegaban los aliados en todos los frentes, y su calidad bastante elevada en muchos modelos (por ejemplo: Spitfire y Mosquito británicos; P-51, P-47, B-26 y B-17 estadounidenses) habría determinado una eliminación casi total de la Luftwaffe tarde o temprano, que ya desde hacia tiempo habia dejado de ser un arma realmente disuasoria para los grandes raids aliados sobre el Reich.
Por otro lado, no podemos olvidar que si se hubiese estado sobre aviso con cierta antelación, también se podría haber reforzado el canal con submarinos de bajo coste (minisubmarinos) y con torpederas o destructores rápidos, de fácil despliegue y con el objetivo de reducir la intensidad de los combates en tierra, procurando eliminar el mayor número de tropas y material embarcados.

Tiger fuera de combate en Villers-Bocage
Hay muchas cosas que los alemanes podrían haber hecho, no cabe duda. Sin embargo, y según se desarrolló la batalla, no hay nada que hubieran podido hace para ganarla. Al nivel en que se libró la batalla de Normandía, el arte militar consistía en no permitir que llegaran a producirse tales cirsunstancias. La disputa entre Rommel y Von Rundstedt en torno a la conveniencia de una defensa rígida o flexible no tenía la menor relevancia, y ninguno de sus sustitutos tampoco logró sugerir nada mejor. Lo cierto es que los generales alemanes que lucharon en Normandía mostraron su incompetencia durante toda la batalla. Patton, muerto de un accidente de tráfico en 1945, podría haberles dado lecciones de inventiva y de cómo obtener resultados a base de desobedecer órdenes. No obstante, el mando aliado era más benévolo con sus generales más reboltosos que el OKW, controlado por Hitler, que normalmente cuando el fracaso era rotundo exigía la vida del general en cuestión y, en los casos de traición, la de sus familias enteras.

Sherman Firefly en Normandía. El cañón de 17 pulgadas británico hacía del carro Sherman un contrincante digno para los tanques medios alemanes.
Aparte de los niveles superiores de mando, fué el poderío aéreo y la aplastante artillería los factores claves para la victoria aliada, pero no los únicos. La interrupción de suministros y refuerzos al frente alemán sólo tenía valor si, al mismo tiempo, los aliados atacaban y forzaban a los alemanes a emplear sus reservas. La infantería aliada, de inferior calidad a la alemana, no dudaba en identificar como Tigers (PzKPfW VI) a todos los carros de combate que avistaban. No obstante, pese a su bisoñez estas tropas mostraron gran valor en su mantenimiento de la ofensiva por la región normanda.

Una buena parte de la fuerza de combate alemana se fundamentaba en el terreno en el que estaban luchando. Al igual que sucediera con las trincheras de la Primera Guerra Mundial o las selvas del Pacífico, el bocage (el paisaje salpicado de prados, colinas, cierres de piedra y arbustos, pequeños caminos y pueblos abigarrados en la campiña) se convirtió en un enemigo formidable. Merece la pena destacar el hecho de que los propios alemanes no tuvieron tanto éxito como los aliados en sus ataques a través del bocage, y que cuando perdieron su protección no tardaron en ser aniquilados.

Se ha dicho siempre que un ejército refleja las características de la sociedad a la que pertenece. El ejército británico -que rara vez ha perdido una guerra- suele alabar a sus oponentes y despreciarse modestamente a si mismo. Con ello parecen sugerir:"Eran casi el mejor ejército del mundo, lástima que tuvieran que enfrentarse a nosotros". Los Estadounidenses, sin embargo, gustan de alabarse a si mismos a expensas de los demás, y antes conceden mérito a un enemigo que a un aliado, haciendo sus victorias más gloriosas. El enfoque alemán convierte la guerra en un conflicto de moralidad, en la trágica derrota de meros mortales que se debaten con fuerza sobrehumana contra las fuerzas impersonales de las máquinas.

Tal vez, si los estadounidenses hubieran sido tan buenos como afirmaban ser, los británicos tan malos como afirmaban ser, y los alemanes tan buenos como todo el mundo afirmaba que eran, la batalla de Normandía habría seguido un curso distinto.

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