Inevitablemente, los miembros de los movimientos afines que se podían encontrar entre los países vecinos de Alemania pronto se consideraron buen material para reclutar. Entre éstos estaban los seguidores de los futuros colaboracionistas: Quisling (Noruega), Degrelle (Bélgica) y Mussert (Holanda), que formaron las primeras unidades Waffen SS no alemanas. La principal fue el regimiento Nordland, que se formó en 1940 y al que pronto siguió el Westland.
En 1940 se realizaron sendas modificaciones en el orden de batalla de las Waffen SS. Los Nordland y Westland se fusionaron con el regimiento Germania, para formar la división Germania. Más tarde se la rebautizó como Wiking, mientras que la Verfügung Division fue rebautizada como Das Reich.
La campaña del Oeste hizo dos cosas por las Waffen SS: primero confirmó sus títulos y les dio una reputación de eficacia; segundo, al mismo tiempo, adquirieron una leyenda negra duradera por sus atrocidades. Los culpables fueron los soldados de la Totenkopf, que asesinaron a unos prisioneros de guerra británicos que se habían rendido en Le Paradis, provocando una incómoda protesta de los comandantes del ejército regular, que nunca llegó a convertirse en un castigo. En septiembre de 1940 y dirigiéndose a los oficiales del Leibstandarte, Himmler anunció: “Tenemos que atraer a toda la sangre nórdica del mundo, para que nunca más luchen contra nosotros”.
Quedaba por ver qué es lo que se entendía por “sangre nórdica” y cuánta se atraería en realidad. Una mezcla de oportunismo y desesperación contribuyó a que la definición de lo que era un valioso ciudadano -y un potencial soldado del Reich- fuese un completo disparate. A Alemania no le faltaron aliados directos hasta el fin de la guerra: italianos, húngaros y rumanos, incluso muchas minorías de españoles, franceses, belgas, letones, entre muchas otras nacionalidades. Pero el credo racial de las Waffen SS, en principio, había estado por encima de la integración extranjera. Según Hitler iba teniendo a Europa más en la mano, las categorías de ciudadanos alemanes (Reichsdeutch) y alemanes étnicos (Volksdeutch) se vieron incrementadas con la inclusión de los “alemanes honorarios” y, para esta última categoría, el límite era el cielo. Una nueva Europa veia la luz a lo lejos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario